Hace unas semanas, mis hijos estaban hojeando un libro sobre el Gran Incendio de Londres cuando leyeron que algunos chicos habían ayudado a apagar el fuego en 1666.
–¡Qué valientes! –dijo de uno de mis hijos.
–No, ¡qué tontos! Los chicos son muy frágiles, se pueden lastimar –respondió su hermano.
No estaban solamente leyendo sobre lo que había pasado, estaban hablando sobre el tema y discutiendo con puntos de vista opuestos, cada uno dando su opinión sobre algo que sucedió hace muchísimos años. Los chicos pasan mucho tiempo escuchando lo que decimos los adultos, pero ellos también tienen sus propias ideas y siempre es interesante escuchar lo que tienen para decir. ¿Cómo podemos trasladar esto a sus historias?
El diálogo puede enriquecer la historia, y si están cansados de describir lugares o personajes, pueden incluir esta información en forma de diálogo, por ejemplo:
–Dora, ¡qué bueno que vinimos a este parque!
–¡Sí! Me encanta que tengamos tanto lugar para correr, y además las hamacas y el tobogán están geniales.
Así nos damos cuenta dónde están los personajes a través de lo que dicen ellos, en lugar del narrador.
El diálogo puede hacer que la historia sea mucho más interesante ya que podemos escuchar diferentes voces, cada una con su manera de hablar; aunque también podemos tener un solo personaje y es interesante escuchar/leer lo que tiene que decir.
¿Qué estás diciendo?
El diálogo puede ser atrapante cuando cada personaje reacciona a lo que los demás están diciendo o preguntando. Pero puede hacernos bostezar si lo único que leemos son preguntas cerradas que sólo pueden tener como respuesta un sí o un no, y que no ayudan a hacer avanzar la historia. Por ejemplo:
–¿Estás cansada?
–No.
–¿Estás segura?
–Sí.
¿Adónde quieren ir los personajes con esta conversación?
Al igual que todas las historias que escribimos, el diálogo tiene que tener un objetivo, una intención. Si el diálogo solamente nos trae una pausa entre párrafos llenos de descripciones, tal vez no sea tan útil como podría. Si lo usamos para mostrar lo que los personajes quieren (sus objetivos o deseos) y cómo reaccionan a lo que cada uno dice, es más probable que tengamos acción y podamos hacer avanzar la historia.
¿Cómo agregamos el diálogo a la historia?
En español, a diferencia del inglés, usamos la raya ( – ) para indicar que un personaje está hablando. Por ejemplo:
–Ya entendí cómo escribir diálogos.
También ponemos una raya al final para marcar que el personaje terminó de hablar y lo que sigue son comentarios del narrador.
–¡Ya entendí cómo escribir diálogos! –gritó Eugenia.
–No lo puedo creer –le respondió su vecino.
Estas palabras al final no son siempre necesarias, sobre todo si la conversación entre los personajes es larga. Puede ser un poco cansador leer una serie de él dijo y ella dijo. Si está claro quién está hablando, no hace falta llenar la hoja con los nombres de cada personaje que habla.
Tampoco se preocupen demasiado por encontrar verbos complicados para describir la interlocución (ella susurró, él balbuceó, me advirtió, etc.). Me parece mejor poner la energía en que el diálogo en sí sea interesante.
Los chicos siempre tienen cosas interesantes para decir, ¡y seguro que sus personajes también!
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