Cuando voy a buscar a los chicos a la escuela quiero que me cuenten cómo fue su día.
Empieza un remolino de historias, nombres, anécdotas, y las voces se superponen. Me entero de qué hicieron sus amigos el fin de semana, me cuentan con quiénes jugaron. Pero siempre llega un momento en que me miran con cara de duda, cuando les hago la pregunta más difícil de todas: ¿qué comieron al mediodía?
“No me acuerdo, fue hace mucho,” es una respuesta común de mi hijo mayor. Pero sí se acuerda de que le pidió a Papá Noel un metegol y Papá Noel no lo trajo.
Me doy cuenta que la memoria les funciona mucho mejor cuando preparan comida en la escuela. Se acuerdan de todo: cómo manipularon los ingredientes, cuánto tuvieron que esperar para que estuviera listo, quiénes reaccionaron con cara rara cuando les tocó probar la comida (o gritando si les gustó o no). Y siempre me preguntan si podemos hacer la misma comida en casa.
Así que el desafío de esta semana incluye comida. Voy a poner muchas opciones, espero que encuentren una que puedan probar en casa.
Me gustaría que esta semana los chicos elijan algo para preparar con ustedes (un plato principal, un postre, la merienda, lo que quieran). Si les simplifica la vida, ofrezcan dos opciones para que sus hijos elijan, y hagan algo que les resulte fácil, la idea no es tirarse de los pelos con este ejercicio, ni terminar con una pila de cosas que limpiar.
Para empezar, pídanle a los chicos que escriban la lista de ingredientes, después (dependiendo de la edad), pídanles que escriban la receta explicando cómo preparar la comida.
Por último, pídanles que escriban porqué eligieron preparar esta comida en particular, si fue fácil o difícil, y qué les pareció el resultado final cuando la probaron. ¿Harían algo diferente la próxima vez? ¡Que los chicos sean críticos gastronómicos por un día!
Estas opciones son para escribir no ficción.
¿Les gustaría compartir la receta o la comida con alguien? Acuérdense de preguntar si hay alguien con alergias o alguna otra restricción relacionada con la comida, es una oportunidad para aprender sobre lo que otros chicos pueden comer.
Laura Meemken, psicóloga estadounidense, co-fundadora y presidenta de la empresa All Clean Food (una marca de comida orgánica saludable) nos explica:
“Cuando los chicos participan a la hora de preparar la comida, involucrando los sentidos (tacto, olfato, etc.), están más conectados emocionalmente con la experiencia y tienen más chances de apreciar la comida. Cuando preparan cosas con sus propias manos, las ven y las prueban, tienen mayor confianza en sí mismos, aun si la comida no sale perfecta.”
Si la idea de cocinar con chicos te pone los hombros tan duros que podrías partir un ladrillo a la mitad con ellos, podés cambiar el ejercicio un poco. Pueden usar comida que hayan comprado o preparado antes, o tal vez tus hijos pueden cocinar en la casa de otra persona, como una abuela o un amigo.
También pueden hacer este ejercicio como una actividad grupal, invitando a otros chicos y haciendo un poco de cocina y escritura juntos. Hagan lo que funcione para ustedes. Yo no voy a estar ahí para ayudarlos a barrer las migas.
Los chicos que prefieren escribir ficción pueden escribir una historia donde el personaje principal tiene que cocinar un plato para un evento importante (un cumpleaños, un casamiento, etc.). Como siempre digo, algo sale MAL: tal vez el personaje se olvidó uno de los ingredientes principales, o algún otro personaje se comió todo antes de que llegaran los invitados.
Si quieren recordar cuáles son las partes de la historia y porqué es importante que haya problemas al escribir ficción, pueden leer el texto de la semana pasada sobre Partes de una historia & Planificación.
¡Me encantaría ver lo que hicieron!
Muchas gracias a Laura Meemken por su contribución. Laura es la fundadora de Your Green Therapist, donde ofrece material sobre salud mental de manera gratuita (en inglés).
La pueden contactar aquí:
Instagram @all_cleanfood
Facebook @allcleanfoodforall
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